miércoles, mayo 05, 2010

Un minuto de silencio por los caídos.

(Si eres fan de Lost o no has visto los últimos episodios: CORRE Y VETE DE AQUÍ).

Me siento triste. Si, esa es la palabra que define mis sentimientos ahora mismo. Son las 23:24 pm y antes de marcharme a la cama quiero expresarlos sin cortarme. Y es que hoy han caido cuatro grandes amigos míos. Mios, y posiblemente tuyos también. Cuatro personas que desde que les conocí robaron mi corazón y me hicieron sentir sensaciones que jamás pensé que podría vivir. Cuatro personas que, por su increible personalidad, me hicieron pensar si no estaría equivocada en muchas ocasiones, cuando me paraba a pensar sobre las cosas de la vida. Personas que consiguieron que acabara creyendo en la posibilidad de que se puede cambiar si es necesario. Me hicieron reir con los chistes que contaban, con su sarcasmo y, a veces, cinismo. Me hicieron llorar cuando sufrían. Mi alma se afligía cuando eran heridos e incluso cuando cometían errores, pero también me demostraban valentía al reconocer sus fallos. Les escuché pedir perdón y me emocioné. Cuatro personas que me sacaban de la rutina un día a la semana. Hasta hoy. Porque han muerto.

Estoy hablando de Said Jarrah, Frank Lapidus, Jin Kwon y su esposa Sun. Cuatro personajes de la serie Lost que han visto sus vidas truncadas por las apetencias de unos guionístas que, si bien son muy buenos, a veces les da por jugar con las emociones de los fan(atico)s como yo y pierden ese respeto que a veces les mostramos.

Cuando vi Lost por primera vez quedé profundamente atada (unida) a las cuarenta y seis personalidades de un grupo de personas que luchaban por vivir en una isla "desierta" tras sufrir un naufragio. En esa isla les torturaron, les atemorizaron, secuestraron, mataron, asesinaron, condenaron, les enloquecieron, les mutilaron, les robaron y les prohibieron ser libres solo por el hecho de ser especiales. Aun así, buscaron la manera de sobrevivir, de reunirse con sus seres queridos que habían colisionado en otra zona de la isla, de convivir con extraños hasta convertirse en verdaderos amigos y luchar contra quien fuera para salvar sus vidas. Se hicieron amigos de aquellos que les torturaron y mataron viendo que se habían equivocado y les pidieron perdón por las atrocidades a las que les sometieron. Hubo redención y perdón. Pero aún así, poco a poco, el grupo fue menguando.

Hoy, seis años después, puedo contar con los dedos de las manos a los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic y creo que me sobran cuatro dedos, si no he contado mal. A la serie le quedan cuatro episodios y acostumbrados a ver las caras de persona(je)s que te han hecho feliz durante tantos años, se hace muy duro y difícil asumir que ya no les volverás a ver.

Ya no volveré a escuchar la sabiduría de Said, un hombre entrenado para torturar y matar, aún en contra de su voluntad y que durante el resto de su vida imploró perdon por todo lo que le obligaron a hacer. Y todo por el amor de una mujer que jamás llego a entregarle todo su amor porque se la arrebataron justo cuando consiguió su corazón.

De Frank Lapidus, un hombre que debió morir el día que se estrelló el avión y que, por los caprichos de la vida, ese día no pilotaba. Pero su sentido de la conciencia le obligó a viajar a la isla para salvar a todos los supervivientes.

A Jin Kwon. Un hombre que luchó y vendió su honor y su moral por conseguir a la mujer que más amó en la vida. Un hombre que tuvo que ser humillado por continuar al lado de la persona que le entregó su vida, a pesar de que él era el hijo de un humilde pescador.

De Sun Kwon, una mujer coraje que superó la barrera de la brutalidad de su padre, del tiranismo de su cultura occidental, del maltrato psicológico y que por encima de todo consiguió ayudar a su marido a enfrentarse a sus propios errores y le devolvió el honor y la moral. Una mujer que regresó a la isla para volver a estar al lado de su marido y morir junto a él.

Cuatro persona(je)s que en nuestro corazón existen y siempre existiran.

Si has llegado hasta aquí debo decirte que hablo con el corazón de una fan, de una persona que se adentró en lo profundo de la historia para convertirme en un personaje más de la trama. He llorado, he sufrido, me he enfadado mucho, tanto con algunos personajes como con los guionistas (que al fin y al cabo ellos son los personajes o al menos les dan vida), he sentido cada beso, cada abrazo, cada alegría de ver una vez más a un amigo al que creían muerto. En definitiva: he sido una Lost. Y hoy he perdido a cuatro amigos. Cuatro buenos amigos.

Said Jarrah. Frank Lapidus. Jin Kwon. Sun Kwon.

Námaste.

1 comentarios:

Daniel Hermosel Murcia dijo...

Ya pueden arreglarlo en lo que les queda... Ahora, que esto con Franco no pasaba, cagüen...

 

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